Cuando lo empecé a leer me pasó algo muy curioso, tenía dentro de mi la lucha entre consumirlo sin parar o leerlo lentamente para que durara, porque estaba claro que me iba a gustar mucho.
Ya venía con la premisa de que esta narración no se parecía a la del libro anterior, en Tres Deseos todo es mucho más suave, agradable, aquí lo primero que leemos es el ataque de un Fenris, u hombre lobo. Y desde ese momento no para hasta el final. Las luchas son feroces y los personajes fuerte. Scarlett vive consumida por las cicatrices, no solo las que tiene en su exterior, sino también las de su interior que la obligan a vivir solo de la caza. Rossie, su hermana pequeña, siente una deuda inmensa hacia su hermana, le debe la vida, y la sigue en esa frenética lucha contra los Fenris. Pronto aparece Silas, amigo de la infancia, el leñador, mi personaje preferido en el cuento de Caperucita, y las emociones se incrementan por el triángulo establecido.
La historia está narrada desde los puntos de vista de las dos hermanas, claramente diferenciados, Rossie es dulce, mientras que Scarlett es dura como una piedra. Me ha parecido brillante la facilidad con la que se distinguen ambos narradores. La acción no es mojigata, es dura y sangrienta, puedes ver cómo los cuchillos se hunden en la piel o como el fuego les quema.
Este es otro de esos libros a los que las cinco estrellas no hacen justicia, he tenido que crear una categoría nueva para asignársela a esos libros que no puedo parar de leer y que no se me quitan de la cabeza una vez que terminan. Este es sin duda uno de ellos.
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